Historia de la Cefalometría

La craneometría ha sido considerada como uno de los primeros métodos que nos ha brindado la Antropología para medir el crecimiento humano, realizándose sobre cráneos secos.

Posteriormente surge la Cefalometría que consiste en la medición de individuos vivos, utilizando puntos esqueletales y de los tejidos blandos.

El término Cefalometría, del griego “Kephale” cabeza y “metron” medida, es el conjunto de procedimientos seguidos para la medición de la cabeza, la descripción y cuantificación de las estructuras involucradas en la maloclusión (huesos, dientes y tejidos blandos).

Broadbent en 1937 y Brodie en 1941 utilizando la cefalometría radiográfica evidenciaron un patrón morfogenético de la cabeza que comienza a establecerse ya en los primeros años de vida.

Historia de la Cefalometría: Algunos autores y sus análisis cefalométricos.

Björk 1947, Lande 1952, Shultz 1955, Downs 1956, Ricketts 1960 evidenciaron que existe un mayor aumento en la mandíbula respecto al maxilar superior, lo cual disminuye la convexidad del perfil.

Steiner en 1962 determina el grado de discrepancia entre las bases óseas tomando como referencia el plano de la base de cráneo Silla-Nasion.

Mc Namara en 1986 en su análisis confirma que la posición de la mandíbula y del maxilar se relacionan íntimamente con la estructura del cráneo y provee criterios de evaluación de las posiciones ántero-posteriores y verticales de las piezas dentarias.

Es importante destacar, que ya se ha comprobado que el crecimiento y desarrollo del complejo cráneo facial es multifactorial.  Es decir que intervienen las influencias genéticas, ambientales, endocrinas, nutricionales, produciendo una gran diversidad de características en los individuos de diferentes poblaciones.

El modo de respirar alterado se considera que es un factor local importante en la instalación de las distintas maloclusiones y por ende en la tipología facial.

El Dr. Ricketts en su análisis cefalométrico frontal determina índices y a partir de estos, obtiene el biotipo facial a través del largo y ancho de la cara, ya que existe una proporción entre ambas.

Las medidas del tercio inferior de la cara son sensiblemente iguales, es decir se pueden correlacionar el perfil con el estudio frontal, siendo ligeramente mayores los datos que aporta el estudio del perfil.

Ricketts, por medio del VERT, en el plano lateral y del índice facial- mandibular en el plano frontal, ha obtenido el biotipo facial, ajustándolo a las distintas edades.

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Harvold midiendo la altura facial inferior en su cefalograma, da una idea acerca del biotipo.

Bjork-Jaraback en su relación de la altura facial posterior, respecto a la anterior también presenta un porcentaje numérico que varía según las distintas tipologías.

Conclusión:

El estudio de todos estos autores confirma la importancia del biotipo facial para la planificación del tratamiento, y para el pronóstico del mismo. Puesto que si el paciente tuviese un remanente de crecimiento, el biotipo y por ende las distintas formas en que rota la mandíbula según fuera braquifacial o dólico-facial, pueden alterar la estabilidad del tratamiento en el tiempo.

Od. Rodríguez, Laura Raquel

M.p. 8112

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